¿Deseaste algo socialmente incorrecto?
Mañana empieza en forma el año con un lunes hecho y derecho. Para estas alturas deberíamos ya haber deseado una serie de bondades particulares para nuestros allegados, y un conglomerado de virtudes para la humanidad en general. Si no lo han hecho ya, les sugiero que de una vez se pongan a trabajar en ello, ya que el tiempo corre y en breve nos agarra agosto.
La creencia marca que lo que suceda en los primeros tiempos del año, será lo que marque la ruta del año completo; también se espera que tengamos el suficiente bienestar y amor interior para desear bienestar y amor a terceros. Se dice mucho que lo que no tienes dentro no lo puedes dar hacia afuera, y lejos de haber una empatía y un apoyo a la honestidad como principio del 2021, estamos dispuestos a criticar y juzgar a quien sea congruente con su realidad.
Para ser más claro, pondré a continuación situaciones imaginarias que se darían si realmente todos estuviéramos dispuestos a aceptar a los demás, y enfocarnos en nuestro propio crecimiento. Tengo que aceptar que planteo dichas situaciones a partir de lo que mis lectores me dejan entender, tanto como desde mis propios impulsos, por lo que, si alguno se identifica como protagonista, podrá encontrar la oportunidad de cambio, o en cambio, decidir seguir de iluso.
Imagine el lector estar en el brindis de medianoche del primero de enero del año en curso. Las personas alrededor son conocidos y, por algo, con ellos decidimos estar en este momento tan especial y único del año. Miramos a los ojos a la primera persona, extendiendo nuestra copa de espumoso y le decimos: “Te deseo que en este 2021, te quedes sin trabajo e ingresos, para que dejes de presumir tus bienes materiales y estatus social, y quienes te rodeamos podamos estar más tranquilos de verte en la realidad promedio del país, donde nos encontramos. Así todos daremos más importancia a lo que verdaderamente importa, que no es lo material.”
Llenos de honestos deseos para la primera, volteamos para ofrecer el brindis a la segunda: “Espero que este año te traiga claridad, y dejes de ponerle cuernos a tu pareja, o cuando menos puedan hacer un trato de reciprocidad que permita mantener el matrimonio en congruencia y total respeto.”
Derrochando buena onda, como ya quedó demostrado, nos dirigimos a la tercera: “¡Felicidades! Que el 2021 sea un año pleno de enojo, que te permita sacar a ese demonio que tienes dentro y sólo reprimes, regalando al mundo tu maravillosa personalidad de dictador con la que podrías conformar una sociedad de principios, pues siempre tienes la razón.”
Una maravilla el ambiente que, para este momento, ya hemos creado en la fiesta, por lo que nos sentimos con la total confianza de seguir hacia la cuarta persona: “Recuerda que la salud va y viene, por lo que deseo que este año te dediques únicamente a buscar dinero. Los presentes aquí sabemos que, como todos los años, te será imposible encontrar abundancia, pero podrás seguir ejercitando esa gran personalidad de luchador que te caracteriza.”
Estamos en nuestro mero mole, ahora sí, sin reprimir nada de nuestra persona como sucedía en el pasado. El 2020 nos enseñó lo importante que es ser nosotros mismos, pues hoy estamos y mañana ya no. Así seguimos con el siguiente invitado: “Vas a ver que el año que comienza traerá a todos a tu alrededor mucha dicha, salud, amor, enseñanzas y prosperidad, de forma que tú te sentirás desdichado, enfermo, abandonado, ignorante y pobre. Entonces podrás despegar hacia tu nueva vida de desarrollo humano, donde encontrarás todo lo que te falta, que es mucho.”
A estas alturas, lo más probable es que la obligación de desear cosas bonitas y luminosas a todos a nuestro alrededor, no importa si es hipócritamente o de la forma más naif que nos caracteriza en estas fechas, tenga total irrelevancia, pues la prioridad de la concurrencia sea sacarnos a patadas a pesar de nuestros genuinos y bondadosos deseos para ellos.
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