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  • Foto del escritorFernando Helguera

NUESTROS SUEÑOS

No dejes que alguien robe tus sueños.


Desde mi juventud muchos me han llamado idealista. Algunos halagándome y otros atacándome; parece que no hay punto medio en el tema, quien no se siente motivado se siente agredido. Me gusta pensar que “idealista” es quien persigue sus propios sueños y no los de los demás, ya establecidos. Jamás me he sentido tal cosa, creo en lo que tiene sentido para mí.


¿Qué es “seguir nuestros sueños”? Ante lo trillado de esta frase, sea en forma de pregunta, de afirmación, de imposición motivacional, de texto publicitario, o cualquier otra, me propongo desarticularla y sacarla de contexto, quitándole así toda carga posible. No es fácil tratar con los sueños, pues mientras más se busca definirlos, más se escapan para dejar, a manera de huellas, sólo historias narradas por nuestra consciencia. El sueño está en la subconsciencia.


Recurro a una imagen que me acompaña desde la primera infancia: mi primer sueño erótico. No pienso revelar el nombre de esa belleza abrumadora que me hipnotizaba a los cinco o seis años, así que no pregunten. ¿Cómo podía yo tener un sueño de esa índole, a esa edad, y de ese nivel de realidad? Me marcó tanto que a un perro le acabé poniendo “Güetdrim”, mejor conocido como el Güeti. Esto es un claro ejemplo de que los sueños marcan el camino de la vida, pero no lo estaba yo siguiendo, ni luchando por él, no convirtiéndolo en realidad (ni modo).


Mucha gente habla de la mujer (o al hombre) “de sus sueños”, pero más parece que es “de sus deseos”. ¿Los sueños son la manifestación de nuestros deseos? Si le preguntamos a mi amiga Tiara, quien sueña seguido con hombres que tienen un terrible olor de pies, dirá que no. En su defensa digo que tal sueño parece no venir de un trauma, pues siempre ha gozado de ser muy bien tratada por el género masculino. Suena complejo seguir (o luchar por) este sueño, ¿no es así?


Uno que me parece incomprensible y muchos en México comparten, es el sueño de ser de otro país. Querer un pasaporte de la comunidad europea, creer que por tenerlo y/o sacarte fotos en la Torre Eiffel eres mejor, creer que viviendo allá serás menos mexicano y más europeo, es como perseguir un fantasma. Lo primero que europeos y estadounidenses sueñan, es seguir siendo de la nacionalidad que son. La primera condición para no poder ser como ellos, es querer serlo.


Recientemente, por enésima ocasión oí esto de que “al que madruga…” cosa que no creo en lo más mínimo: veo tanto desmañanado, agrio y fracasando, que no. Esa persona me dijo que se había levantado a las cinco y media de la mañana (contuve mi sorpresa para no evidenciar que yo no sabía de la existencia de esa hora). Como este sueño, también está el de sacarse la lotería, es decir, la lotería te la puedes sacar madrugues o no.


Pero veámoslo en términos de historia: vemos repetidamente que emperadores, científicos geniales, empresarios, y artistas trascendentes (entre otros), cuentan haber encontrado las respuestas que los llevaron al estrellato, en sus sueños. No faltó quien dice que “la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Muy poético y famoso, pero en nada ayuda para darnos luz. Nos enseñan que quienes siguen sus sueños, son quienes acaban triunfando, sea lo que sea que esto quiera decir.


No tendría sentido escribir esto, si antes de terminar omito la siguiente, comprometedora, pregunta: ¿Qué hace un mexicano cuando sigue sus sueños? Ni crean que les daré la respuesta, los quiero dejar pensando sobre este mundo onírico persecutorio, porque ya estuvo bueno de domingos tranquilitos. Los domingos a partir de hoy son los nuevos lunes.


Redondeando la idea, comparto que mi pequeño ideal matutino es, diariamente, seguir mis sueños… pero un par de horas más porque me encanta dormir. Acaso no lograr hacerlo a diario ¿me convierte en un idealista que piensa en algo que sólo es una idea, ya que se ha de levantar a las nueve de la madrugada?

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