...sí, pero la mía es una santa.
Desde muy temprana edad la naturaleza nos dota de una gran virtud: una madre. A veces se va y no regresa, o a veces está detrás de uno, a un lado, enfrente, o como le vaya tocando a cada quién. Esa condición es variable, pero hay una constante que existió desde el principio de todos los tiempos y hasta el infinito. Esta constante es el día de las madres. El mundo cambia pero el festejo permanece, aunque también cambiante como hemos visto, pues están proponiendo pasarlo al 10 de julio este año por el tema de la pandemia.
Cuando era niño, en los setentas, el día de las madres era un festejo que en la escuela se preparaba por semanas para ofrecer un espectáculo a nuestras dadoras de vida, digno de su importancia. Teatro, danza, poesía ¡comida!, todo dentro de un marco institucional. Las tiendas ya tomaban provecho del tema y las calles se pintaban de los colores esperados. En la noche llegaba el convivio con los vecinos de la cuadra, con más atracciones.
Un día me aburrí, pues no había emoción para un adolescente con hambre de descubrir el mundo (sin ofender a las festejadas por favor). Dejé de felicitar a toda madre, pasando a ser una especie de vándalo grosero. Con el tiempo ya nadie se ofendía y aprendí que los humanos se acaban acostumbrando a lo que sea, todos menos la madre de uno, pues ella siempre lo tomará personal. Salvé mi pellejo a duras penas al recordar el día año con año; espero que este cambio de fecha no acabe con mi esfuerzo en el futuro. Ella siempre merecerá felicitaciones con todo amor.
Ahora, esta constante no cambia aleatoriamente, se perfecciona. En el 2019 ya el día de las madres era feriado en escuelas, empresas, e instituciones gubernamentales. Puedes agendar un recordatorio en tu teléfono móvil y así felicitar a todas en redes sociales, sin tener que recordar a ninguna en especial; lo mejor, sin que nadie te recuerde a tu madre; eso sí, es curioso que una fecha netamente comercial se acompañe de mensajes que te dicen que no gastes por compromiso.
Pero la sociedad no está tan dormida y se han polarizado la perspectivas. Lucha mi amiga planeó una marcha por la discriminación de las mujeres que nunca fueron madres (ella fue madre a los 25, así nadie le reproche), ya que vive indignada por las miles de mujeres que sufren presiones sociales. Para muchos de los mexicanos estas mujeres “son quedadas”, “seguro son infértiles”, “han de ser malas esposas”, “frígidas”, “¿y si son lesbianas? mejor que no sean madres”. Sí, las críticas son muchas y denostables, propias de seres primitivos… lo que no entiendo es por qué no se preguntan ¿quiero ser esa madre que corre desesperada de tienda en tienda, para que el festejo funcione? ¡Y con los chilpayates detrás porque no tuvieron clases! Si lo pensaran bien no harían una marcha que sólo atraerá la atención de los que las agredan por “estorbosas y escandalosas”. Pero si insisten en marchar en julio, creo que lograrán más llevando a sus madres, aunque la mamá de Lucha no podrá; ya dijo que ese mismo día va a ir a desheredarla por mitotera.
La sociedad requiere de víctimas a lo largo del año: solitarios de navidad; suicidas en año nuevo; solteros de San Valentín; fuereños del 15; los que no tienen dinero para el festejo en turno. A ellas les tocó serlo hoy… más grave que ser suicida de año nuevo: para ellos ya nada es grave.
Me disculpo por haberme extendido y retomo la intención del presente escrito. Este año, entre la cuarta transformación y el confinamiento, no podré con mis amigos hacer el baile-recital de todos los años (y nuestros hijos, hoy adolescentes empoderados, ni locos vendrían a festejar a sus abuelas “Es tu mamá, yo con la mía ya tengo suficiente”). Encima todo el que hoy hace festivales es tachado de delincuente y se lo llevan preso sentándole antecedentes penales. Finalmente pacientes lectores, les pregunto ¿Alguno sabrá cómo puedo quedar bien hoy con mi madre santa?
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