El que persiguiera alcanza
Qué tal queridos lectores, de vuelta me encuentro aquí pero hoy no sé si estoy frente a un nuevo reto o frente a la hoja blanca de siempre, frente a la computadora o frente a la nueva Obviedad Ignorada, frente a mi propia persona o frente a ustedes. Por las dudas, apagué ya mi cámara web. Podría ser que, hoy que me perfilo hacia el tercer tercio de la segunda temporada de este blog, siga en el mismo lugar que empecé. Importante para mí sería que cuando menos uno de ustedes se haya movido un poquito de su lugar gracias a estas lecturas. Aunque sea para ir al baño.
Vivo en un mundo donde me persigue el virus más mortal de la historia del Universo, el cual un día lejano podría afectar a tanta gente como los accidentes de auto. Un planeta donde me persigue el sistema de recaudación tributaria, el estatus socio-económico, los inspectores extorsionadores del gobierno, el crimen organizado, y los cobradores de los servicios que consumo. No puedo olvidar una de las persecuciones más crueles y despiadadas, la de los telefonistas diabólicos que ofrecen tarjetas de crédito y seguros bancarios. Lo único que me faltaba es que me persiguieran mis propios lectores y esa pesadilla se hizo realidad. Ahora soy un hombre completo.
Es más, acabo de descubrir que yo no tengo responsabilidad alguna, son ustedes los que me obligaron a escribir tanta irrelevancia. Ya no pueden esconder de mí el hecho de que me han presionado con sus porras y sus aplausos, e incluso algunas sugerencias de temas para escribir, y que todo esto fue con total premeditación para hacerme perder el tiempo, palabra tras palabra, que podría haber utilizado en cosas más productivas, como ver series, buscar videos con teorías de conspiración, discutir sobre lenguaje inclusivo, invertir en criptomonedas, aprender a vibrar alto, e incluso insultar al presidente actual y echarle la culpa de lo que sucede en México (al final para eso está un presidente, para ser saco de boxeo de quienes no hacemos nada realmente útil por mejorar).
Sería decente de su parte, muy amables lectores, confesar lo que han hecho. Estoy seguro de que me han observado y querido manipular desde que nací, y se inscribieron al blog para, por medios maquiavélicos, hacerme escribir al respecto de lo que eran sus deseos. Pero eso se acabó, me iré corriendo adonde no me alcancen y así ya no puedan obligarme a ser su esclavo, porque no tengo cola que me pisen y, que quede claro, no huyo de nadie Andrés, a mí que me esculquen.
Ahora, no crean que sólo me he dado cuenta de las cosas más obvias y que ignoro lo que está detrás de todo ello que ustedes han orquestado. Leyendo sus comentarios en el guasap, en el feis, y los poquititos en la güebpeich, puedo vislumbrar que su más alto objetivo es acabar adueñándose de mis escritos para editarlos y usarlos para, como los más famosos súper villanos, matar a todos los seres humanos y destruir el mundo. Sólo quiero sugerirles que antes de ello se pregunten, si destruyen a la humanidad y al planeta, ¿dónde y con quién van a vivir? Entiendo que el poder que puede darles el adueñarse de estos escritos es enorme y seductor, pero no cedan ante tan bajos sentimientos, que lograr el control económico e ideológico del orbe, ha sido sueño incumplido de muchos, pero perdición segura de todos quienes lo han soñado.
Vivir en el miedo y la paranoia es la peor forma de estar muerto en vida, pudiendo uno estar muerto en vida bajo el efecto de los estupefacientes, el influjo de los medios de comunicación masiva, o el sopor de ir de compras, ya sea por internet o presencialmente. ¡No se dejen, camaradas!, que eso es lo que los ha llevado a querer hacerme tal mal, lo cual está mal… esto me hizo pensar en tal tamal que me lo voy a desayunar mañana. Disculpen que me haya ido por la tangente; regresando al tema, puedo asegurarles que nada lograrán porque ya está comprobado, por todos aquellos que han querido abusar de mi nobleza, que se necesita mucho para hacerme entrar en pánico. Independientemente de a lo que le esté haciendo frente, nunca he sido paranoico.
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