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Foto del escritorFernando Helguera

UN ASUNTO OFENSIVO

¿Callaremos en el afán de no ofender a los demás?

Durante muchos años fue para mí un placer no participar de las redes sociales. La gente me insistía y no por ello caí en la trampa. Recuerdo que estaba en una exposición de mi amigo Javier, y me dijo (quizás por enésima ocasión) que por qué no abría mi perfil de “feis”. Que así no podía yo enterarme de las cosas ni ver las invitaciones de sus exposiciones ¿Acaso no estoy aquí? Le pregunté.


Supuse me libraría de ellas hasta mi muerte, pero, oh iluso, heme inmerso sin asomo de perecer pronto. Sé que en cualquier momento me puede caer un piano encima, o un pedazo del cohete chino que orbita sin control y caerá a la Tierra este fin de semana; a lo que voy: parece que he condenado el resto de mi vida a ser testigo de las ofensas que unos profieren y otros se adjudican, que son el pan nuestro de cada día en el “feis” y en “tuirer” (me referiero a ellas como se escuchan, aunque no sea con ortografía correcta). Hoy es una obligación tener redes sociales.


Uno ofende al presidente y otro, que no es el presidente, se ofende. A esto se le llama “ser más papista que el papa”; no me quiero imaginar cómo se le llamaría a la reacción de los que se personifican en el papa cuando éste es ofendido. Los hombres se ofenden si las mujeres ponen en duda su capacidad de proveedores o sus dotes amatorias, aunque no tengan un peso o no sepan que la localización del clítoris está dentro de la fisonomía femenina. Las mujeres se ofenden si los hombres les voltean a ver, pero también se ofenden si nadie las pela. Estas situaciones, a los escritores, nos ponen en un conflicto… a ver, puse por delante a los hombres en este ejemplo, lo cual puede generar ofensa a las mujeres por colocarlas en segundo puesto, pero también puede ofender a los hombres porque al estar primero, pareciera que son peores que las mujeres.

Por otro lado, no habríamos de perdernos las oportunidades de esta coyuntura social, por ejemplo, le dice usted a su hija pubertina (nótese que no me refiero a su hijo, porque para el discurso feminista estaría cancelando a las mujeres, y no estoy dispuesto a caer en el absurdo de usar “e” o “x”), algo que antes no resultaba de importancia pero que hoy es causa de los peores traumas y ofensas; “m’ijita, tienes que bajar de peso”. Acto seguido ella se ofende porque usted le dijo obesa; usted se disculpa y ella le dice que su comportamiento es pasivo-agresivo y eso la daña peor; usted se queda callado ante la sorpresa, y ella le dice que ignorarla la lastima, usted pierde la paciencia y le dice, en tono serio y cortante, que pare con su comportamiento de víctima, ella comienza a llorar y le dice a usted “¡está bien, sigue descargando tu ira sobre mí, ahora dame una cachetada que al final no te he importado nunca!”, usted aprovecha la ocasión y le voltea la cara de un manazo por grosera e irrespetuosa. ¡Listo! Ella llama al DIF, vienen y se la llevan a una casa hogar porque usted no es una guía correcta para la menor, y asunto resuelto: Se ha librado de una carga de por vida.


Aquí el tema es que esto no sucede en las redes, donde estamos expuestos a ver memes, leer mensajes y recibir videos, que se especializan en ofender a otros que incluso pueden tener mucho en común con uno mismo. ¿Seré capaz de no ofenderme cuando dicen que los que no son veganos son inferiores, y deficientes asesinos desalmados? ¿De no ofenderme cuando dicen que los que se vacunan son estúpidos y borregos manipulados, porque mi madre se vacunó, aunque probablemente yo no vaya a hacerlo? ¿Podré soportar mucho tiempo más que digan idioteces como que los violadores son hombres y por lo tanto todo hombre es violador en potencia? No sé si seré tan avanzado espiritualmente y que nada me ofenda; tanto que no esté dispuesto a decir cosas que puedan ofender a otros (hoy eso es equivalente a quedarse callado por siempre).


Sin afán de ofenderlos, les digo que mi presencia en redes como el “juats” y el “feis” es únicamente para efectos de difusión de mis escritos, y por lo tanto lo hago por ustedes como un gran favor que no tienen que agradecer. Atendiendo a esto, les conmino a evitar comentarios que puedan ofenderme, o a cualquiera de los otros lectores, evitando todo tipo de susceptibilidades.

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